Ixchel Ledesma
El lenguaje que encontré para hablar con mi padre fueron los metales. Recuerdo de niña cuando llegaba a casa y él llegaba hablando con con sus máquinas. Decía palabras como herramientas o torno, brocas… fuego. Yo nada de eso comprendía, pero en el fondo tenía una necesidad urgente de hacerlo. Los metales se mostraban para mí fríos fuertes e inaccesibles. Una combinación de lenguajes crípticos e inamovibles. Hace poco en clase nos dijeron que a los joyeros se les dice \”sacadores de fuego\”. De inmediato el título me gustó mucho. Siempre he estado conectada con los temas de alquimia o las historias que los materiales guardan, sus secretos, sus transformaciones. En el fondo, creo que con la idea de acceder a lo más interno de las cosas, al origen del todo. Se que en el fondo el trabajo con los metales y conocer su profundidad sus variaciones y sus movimientos, sus sonidos su lenguaje, son solo una forma de conectar con mi padre. Con ese mundo desconocido que de niña me ofrecía y que yo no comprendía. Tuve que venir hasta acá para darme cuenta de la calidez, intrínseca en ellos. Escuchar los sonidos que producen, la delicadeza con la que hay que tratarles. El amor con el que hay que verles y el calor necesario. Tuve que venir aquí para darme cuenta que el lenguaje de los materiales es el mismo lenguaje de nosotros, el del calor, el del fuego, el de la sabiduría y el del amor. Somos metales y somos sacadores de fuego.